miércoles, 23 de septiembre de 2009

La llamada


La ruta, las luces de la ciudad a lo lejos, el cansancio que apura la llegada y por fin las puertas del hotel que harán de hogar por estos días se presentan ante mi.
Bajo mis bolsos, mi notebook y al transponer la entrada puedo ver un vestíbulo estrecho pero elegante, sin mayores pretensiones, sobrio, adornado todo en tonos blancos y negros.
Detrás del mostrador un hombre de unos 50 largos visiblemente cansado; no es para menos son las 4 de la madrugada y yo vengo siendo el personaje que lo va a desvelar el resto de la noche.

La habitación 104 mas que modesta, cama chica, colchón gastado, un baño que a duras penas permite girar los brazos para bañarme y una sola ventana que da a un patio interior, pero después de 1200Km es un oasis en el desierto.

Me dejo caer revoleo los zapatos y espero que Morfeo me acune es sus brazos.

Estela, cansada del trajín de todos los días lleva a los chicos a la casa de su madre, hoy se lo va a dedicar a ella, tiene que juntarse con unas amigas, viejas amigas de la adolescencia, sin tener que pensar en los chicos ni en Carlos que está de Viaje. Estaba lista para salir y divertirse sin pensar en levantarse temprano por la mañana.

Un buen baño reparador, tiempo de sobra para peinarse y vestirse bien, tacos altos, vestido corto y suelto, una pequeña cartera, son los indicadores de la inminente salida, llama por teléfono y el taxi la pasa a buscar.

Un bar es el punto de reunión, entra como si conociera de memoria el lugar pero al pararse al lado de la barra no ve a ninguna de sus amigas, duda un instante y de repente una sonrisa se dispara en su rostro, pone su cartera bajo el brazo y con paso decidido sale a buscar otro destino, esta noche es de ella, las amigas pueden esperar.Recorre las calles y se ve atraída por un pub con música de los 80´s, aquí es , este es el lugar.

Me cuesta dormir a pesar del terrible cansancio que tengo, miro el reloj pero es demasiado temprano para llamarla, el trabajo de viajante es agotador, agota el cuerpo, la mente, la pareja, la familia, todo, cierro los ojos tratando de que me venza el sueño, pero la imagen de los chicos me tortura, hace mucho que no tienen un padre presente y ella un marido que la acompañe y la contenga, estoy cansado, creo que voy a renunciar y volverme a casa lo antes posible, tengo que recuperar mi vida.

La música fuerte la lleva a la barra, pide un daikiri de frutilla y se dispone a disfrutar de la noche, no ha pasado mucho tiempo cuando alguien se sienta a su lado, se sonríen , pero ella sigue mirando hacia todos lados sin prestarle demasiada atención, de repente se escucha un ruido a vidrios rotos, a su ocasional vecino se le hacia trizas el vaso en el suelo, el tipo la mira se sacude el líquido de la remera y ambos ríen en complicidad.

Un trago trajo otro, y este a unos cuantos mas, la conversación empezó a tomar rumbos mas complicados, Estela decide poner paños fríos al asunto levantándose tambaleante hacia el baño, en el oscuro pasillo el le franquea el paso, ella sonríe, intenta zafar de la situación pero el está decidido a no dejarla seguir, sin mas, busca su boca regalándole un profundo y rojo beso, Estela opone un mínimo de resistencia dejando abierta la puerta a una excitación que hacia mucho no sentía.

Entran a un cuartucho de limpieza entre risas y alcohol se besan, se acarician, el la rodea por su espalda acariciando su cuerpo, Estela locamente embriagada y superada por el placer lo deja hacer, sus brazos se apoyan en la pared y la pequeña cartera es testigo de su entrega, el obtiene todo de ella y un poco mas.

Es imposible dormirme no estoy bien, tengo que terminar con esto, es hora de tomar una determinación, voy a renunciar, pienso aceptar la propuesta que me hicieron para trabajar cerca de casa, no es lo mio pero gano en tranquilidad y mi familia gana en tenerme con ellos, no hay duda, voy a llamarla necesito su apoyo en esto, necesito que me diga que todo esta bien.

Estela muerde sus labios, sintiendo el calor dentro de su cuerpo, en el momento máximo del placer el mundo desaparece por completo, ente gemidos y sudor su cartera rueda al piso y el celular insistente termina acusando una llamada perdida.

3 comentarios:

El Gaucho Santillán dijo...

Epa!! està muy bien escrito. Y como sabemos, la vida sin cuernos, es muy aburrida.(la cuestiòn es no saberlo)

Saludos

ElFlaco dijo...

Me alegra Gaucho que te haya gustado, con respecto a los cuernos y la diversion mmmm como todo es relativo jejeje un amigo sabia decir "Siempre hay uno mejor que vos, el secreto está en vivir lo mas lejos posible".

Guitarra Azul dijo...

hasta que puedo poner micomentario! jaja, pero bue, muy buena esta historia, intrigante, atrapante y desconcertante, y el final lo aclara todo de golpe, felicidades.