domingo, 31 de enero de 2010

Silencio Hospital

Sala blanca, sala fría
batones viejos, viejas camas
esperas que desesperan
indiferencia anestesiada.

Frascos, jeringas, gasas
curan heridas más no almas
grandes doctores, corazones estrechos
numeros en planillas, historias, desechos.

La dama llega, de pronto de prisa
blande su arma, ya no hay risas
silencio en la sala, cubren sábanas
una historia menos, una vieja cama.

Suena el teléfono, la vos atiende
sirenas, camillas, corridas, pacientes
la cama aun tibia, hoja en blanco
la Dama espera paciente hacer su trabajo.

martes, 26 de enero de 2010

El Don


Quisiera en estas letras
derramar lo por siempre sentido.
Imposible, me es negado,
no llevo ese don dentro mío.

A cambio tengo mi alma
para ofrecértela toda
sin pausa, sin tiempo, sin abrigo.
Solo te pido una cosa
acompáñala, nunca la dejes sola;
Ahora es tuya, como lo es mi aliento,
mi corazón, tuyo soy sin medirlo.

Un fuego me quema en un instante
y ardo eterno en tus sentidos.
Aire y fuego así es lo que siento
Juntos imparables, solo,
apenas rastros de un ser con vida,
pero no vivo.

Busco incansable esos momentos
donde me fundo en ti.
Somos carne, somos espíritu.
Somos uno solo,
un solo ser con vida, con alma,
con letras que no pueden expresar
lo que se siente,
no llevo ese don dentro mío.

Para Clau

lunes, 25 de enero de 2010

WENURAY…Flor del Cielo



La lluvia era intensa, el colectivo apenas podía seguir, hacía varios días que el tiempo no cambiaba, la humedad y el calor elevado desataban tormentas increíbles. Las inundaciones en todo el interior del país, eran eco en los noticieros día a día. Las rutas estaban al limite de anegadas, los ríos querían trepar al pavimento como ganando mas espacio para su curso natural. Ya no se puede ver mas! – gritó el chofer-; tendremos que desviarnos y esperar que se pare un poco la lluvia para seguir.- La mayoría de los pasajeros estaban disgustados, querían llegar rápido a sus destinos, incluyéndome por supuesto. Sin embargo, habría que conformarse con la sugerencia que llegaba a ser una orden. Allí estaba el cartel tirado de aquel pueblo que por su aspecto parecía casi abandonado; se desvío el colectivo para ese rumbo, aunque las aguas del río de manera serpenteante lo estaban alcanzando, ingresando también al pueblo. Cuando llegamos a la estación de servicio, apenas podíamos divisar lo que se encontraba alrededor, por miedo que las aguas tumbaran el colectivo decidimos descender del mismo y buscar refugio, sin saber que dirección tomar. La gente del pueblo corría en busca de auxilio para rescatar lo poco que tenía, era imposible ver más allá de unos pocos metros. Desde mi lugar divise a lo lejos una canoa que se aproximaba, parecía un grupo de personas, una familia-pensé-; la mujer gritaba desesperada. En la mezcla de gritos y confusión escuche el llanto de un niño pequeño, mi impulso fue seguir esa vocecita. Deje mi lugar de refugio y fui en su búsqueda. Me arroje a las aguas de ese río embravecido, sin saber el peligro que esto significaba, la lluvia no me deja ver, sin embargo sigo. Lo encontré, lo veo, ¡no!, aquellas aguas se lo llevan. Nado hasta él, sigo. El tronco de un árbol se aproxima hacia mi, impactó sobre mi cuerpo, calor en mi sien, la sangre chorrea, casi llego, no me dejo vencer. Las aguas invadieron mi garganta, desciendo, estoy perdido.Sentí una mano que me empuja hacia la superficie y me arrastró hacia la orilla, respiro. Me adormecí un instante, angustiado salte de mi lugar queriendo seguir mi búsqueda, el niño. Su voz esta mas cerca, lo siento. Entre unas ramas apareció intacto sin ningún signo de lastimadura. Lo alce y lo abrace muy fuerte, noté en su manito un collarcito que llevaba atado y por su aspecto artesanal parecía indígena, hecho de madera y semillas, llevaba tallado un curioso nombre que decía: “Wenuray”. Extrañado y sin explicación de cómo llegué a ese lugar, toque mi cabeza y la sangre había desaparecido al igual que las nubes que empezaban a destapar el sol. Veo aproximarse aquella canoa, la mujer baja desesperada y va al encuentro de su niño, por sus rasgos confirmaba el origen del collar. Lo llevó hacia su pecho apretándolo fuerte me miro tiernamente y me dijo:- Krasia may, inka. Hice un saludo también, intentando una conexión sin saber su idioma. Extendió su mano hacia la mía y me regalo el collar que llevaba puesto el niño. Se alejo y con ellos, las aguas fueron cediendo, pude orientarme en el lugar que me encontraba, el cartel tirado, que decía “Reserva Mapuche: El Chaiful” y haciendo un esfuerzo pude alcanzar el colectivo. Cuando llegue a mi casa, pensando en lo que me había sucedido; me senté en mi sofá y encendí el televisor, las noticias me apabullaban de nuevo y como témpanos de hielo anunciaban: - Río Negro: Preocupación por la desaparición de una reserva mapuche de casi 20.000 hectáreas; las inundaciones habían producido crecidas de distintos ríos, entre ellos el Wenuray.


miércoles, 20 de enero de 2010

En Compañia de la Luna


Anochecía en la ruta y largo era el camino a casa, manejaba mi auto en el medio del campo, pampa y luna, solo veía árboles de diversas formas. Algunos representaban caras, cuerpos mutilados, enormes redes oscuras que jugaban con mi imaginación;  solo siento cansancio y ansiedad por llegar.
La luna enorme, era mi única compañera, misterio y seducción. La noche la revelaba como una inmensa moneda de plata, apenas algunas nubes a su alrededor, la vestían de collares de algodón. Me invadía una sensación de paz y maravilla.
Había terminado de leer un libro a cerca de los indios ranqueles y los cautivos, una historia sangrienta e inmerecida de ambas partes que se suscitaron en guerras por la ocupación de tierras por parte de los blancos. Una inmensa pena sentí por ello, somos de una misma raíz pero las ramas nos separan como si fuéramos aquellos árboles mutilados.
Mientras observo ese hermoso e inmenso paisaje comparo aquellos lugares descriptos en aquel libro, comencé ir más lento en el auto, para poder visualizar mejor y apague la radio que se escuchaba con dificultad, de repente sentí un golpe en la parte trasera de mi auto, pensé que algo había caído encima, encendí las luces altas, no había nada alrededor. No convencido por ello estacioné al costado de la ruta para fijarme si algo había pasado. Bajé linterna en mano, para observar si todo estaba en orden, solo que algo me llamo la atención, huellas de caballo al costado del auto. Camine unos metros para seguir esas huellas pero se perdieron en la noche. La luna cada vez brillaba más, me fije en la hora, eran las tres de la mañana, el aire estaba fresco y húmedo. Aproveche para orinar, encendí un cigarrillo y casi al terminar escuche ruidos parecidos al galope de muchos caballos, corrí hasta el auto, casi al llegar,  entre aquellos árboles, vi una mujer de larga cabellera que gritaba. Sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo, a pesar del susto, puse en marcha el coche, encendí las luces altas y me fije por el retrovisor; nada alrededor. Apunte con mi linterna hacia aquel lugar; solo una vez más, el grito de la mujer y entre las ramas de aquel árbol que apenas la luna iluminaba; la mujer era izada por alguien a caballo, llevándosela a todo galope.
Huí descontroladamente del lugar para dar aviso a la policía; la neblina era tan espesa que se hacia imposible ver mas allá de algunos escasos metros; pensé que el cansancio de manejar tantas horas estaba jugando conmigo nuevamente, me hizo recordar al libro que había leído, cuando la cautiva era secuestrada por el indio salvaje, mis ojos cansados no pueden ver mas, el cartel de advertencia paso muy rápido, solo vi la luna…
Escucho ruidos de sirenas, me quede atrapado en mi auto entre aquellos árboles mutilados; logre salir con la ayuda de los bomberos, por suerte estaba bien. Le conté lo que me había sucedido a la doctora; ella sólo respondió-Todo va a estar bien-. Mientras salía de aquel horror, a pocos metros; la ambulancia llevaba dos cuerpos y los bomberos trasladaban un caballo, la luna no estaba.



By Claudia.

lunes, 18 de enero de 2010

Avestruz


De cuerpo escuálido, victima de la hambruna, se encontraba en aquella esquina mostrando lo que alguna vez debió haber sido una hermosa mujer europea, inmigrante por instinto, mendiga por desesperación vino a parir el fruto de sus entrañas en un país lejano, extraño a sus costumbres, a su idioma, a su vida.

Su marido había muerto en un enfrentamiento militar, no si antes haber preparado la huida acelerada de su mujer, preñada de su amor, cuidada con recelo enfermizo, dejo todo listo salvo su vida, seguramente en alguna parte habrá dado su labor terminada y su entrega justificada.

Su viaje fue digno de una película de terror, tan así, que su parto se adelanto injustificadamente, entre comadronas y trapos sucios la vida se abrió paso una vez mas y el pequeño vio la luz en un nuevo país, un país tan generoso con unos pocos pero tan cruel con otros.

Ella incansablemente habia buscado un lugar dentro de esta sociedad, pero se le negaba la oportunidad de trabajo, de esperanza, de dignidad, llevándola a mendigar comida para no morir de hambre y no arrastrar a su hijo a la misma suerte.

Estaba siempre en una esquina cualquiera, muñida solamente con un vestido estampado en pequeñas flores blancas, sucio, desgastado, su hijo en brazos y un pequeño cartel  escrito con un pedazo de carbón que decía:
" Trabajo, Comida , Ayuda"

Un grupo de mujeres salían de una casa de ropa, cuando se acercaron a ella, fingieron no verla, hablando fuerte y mirando para cualquier lado, gesticulando como si eso pudiera tapar la miseria que estaba a sus pies, sin entender lo que decian, apoyo su hijo contra su pecho, se abrió tímidamente el vestido y comenzó a amamantarlo, el mundo le pasaba por encima, murmurando, rechazando, casi con asco, metiendo sus triste cabezas en el agujero que les tocaba vivir, sin importarles absolutamente nada a su alrededor.

Una vieja canción acunaba el sueño de aquel niño que por ahora, era tan ajeno a su destino como el resto del mundo. Se cuenta por ahí que un alma generosa, la llevo a buen resguardo y que hoy su hijo va a la escuela producto del trabajo incesante de su madre, mientras nosotros, avestruces inmutables, seguimos con la cabeza en nuestro único y triste agujero.

viernes, 15 de enero de 2010

Promesa


Estaba todo preparado, bah en realidad todo se resumía a una bolsa cerrada con cinta donde ponía algo de ropa y otra con algo de comida, eso era todo su equipaje, aunque pensándolo bien su valija mas pesada era la carga de sueños e ilusiones que llevaba consigo.

Se dirigió hacia la casa de su único y primer amor para despedirse. La encontró sentada en la cocina mirando la nada, llorando por dentro, con el alma desgarrada por el dolor de la partida, sabia lo que sentía por que a el le ocurría lo mismo, se sentó frente a ella, levantó su mentón suavemente y la convido a mirarse directamente a los ojos para hablar en silencio, para decirse te amo sin palabras, sus manos se unieron, sus dedos acariciaron los de ella y se fundieron en un abrazo suave pero tan intenso que podía verse como sus corazones se fundían en uno solo latiendo al unísono, lentamente se pusieron de pie sin separarse, bañados en lagrimas, pero el contacto físico encendió el deseo, ambos se acariciaron hasta gastar sus dactilares, el recorrió cada valle y cada montaña con un río de pasión, sofocando cada incendio donde ella se ardía en deseo, ella por su lado, se tomo todo el tiempo para recorrerlo, todo su cuerpo taino fue su presa , y lo devoró tratando de memorizar toda su anatomía. Era una danza de caricias y besos que parecía no tener fin.

Las horas trascurrían y los amantes en silencio gastaron sus alientos, como si de eso dependiera su vida, cada beso, cada caricia, cada sabor, hasta el leve olor a madera quemada que flotaba en el ambiente, se mezclaba con el chocolate de sus cuerpos en una química mágica que exaltaba los sentidos.

Quedaron exhaustos, ella, dormida en su pecho, dejo que el Dios de los sueños la transportara junto con su amado a un lugar donde no tuvieran que escapar, el, en vigilia constante, recorría con su mirada el cuerpo desnudo de su mujer, su amada, su vida, lloró en silencio el desgarro que le producía la separación.

Finalmente se levanto suavemente sin despertarla, tomo sus cosas, y un "Te amo" sello un beso en su espalda, fue al jardín arrancó dos flores y se las puso en el lugar donde su cuerpo había estado, con una nota que decía, "Volveré".

Esa mañana bien temprano cuando el sol todavía no había nacido, partía la pequeña balsa desde las costas cubanas hacia la añorada libertad, libertad que el no sentía por que en realidad, había dejado su alma en esa cama, en esas flores, al menos, hasta que pudiera volver por ella, se repitió una vez mas mientras el agua salpicaba su cara " Te amo ...... Volveré".


lunes, 11 de enero de 2010

Máscara


Un rictus de dolor marcaba su rostro, dejo caer su cuerpo de manera aparatosa sobre la arena, lo suficientemente cerca para que el mar mojara sus pies y refrescara sus ideas.

Había sido un año difícil, en realidad un año mas dentro de su vida de encierro, su caparazón de cangrejo lo protegía y lo aislaba, tanto del mundo exterior como de si mismo.

Recordó cada momento pasado, una a una las lágrimas brotaban de sus ojos y cual diamantes afilados, recorrían su rostro horadando aún más cada surco que los años habían calado, hasta terminar fundidas en el mar y perdidas en la inmensidad de la noche.

A lo lejos el estruendo de las bombas y los fuegos de artificio le indicaban dos cosas primero que un año mas lo abandonaba sin pena y sin gloria, segundo que debía hacer lo único que sabía.

Pintó la mueca de una sonrisa en su cara, una lagrima sola quedo negra en el blanco maquillaje, se calzo su nariz roja, la peluca estridente y con su carrito de colores repleto de globos se dirigió hacia la muchedumbre entre carcajadas y silbatos regalando a los niños esa alegría que le era ajena interiormente, pero que derrochaba al ver la mirada de esos pequeños, que sin saberlo, le daban sentido a su triste vida de viejo payaso.