martes, 19 de octubre de 2010

El número Impar

Voy a estar medio perdido por unos días, prometo a la vuelta ponerme al día con todos, gracias por estar


Me preguntaba a mi mismo que mierda hacia en ese bar; revisando visualmente aquel antro, me encontré con cuadros de Gardel, de Julio Sosa, una caricatura del Polaco colgada de la puerta de la heladera, una heladera enorme de madera que ocupaba casi toda la pared posterior del local, 5 mesas cuadradas para cuatro personas, mas la única mesa redonda en la que cómodamente cabíamos cinco personas, sonreí pensando en el programa “Polémica en el Bar” no pude encontrar la foto de Fidel Pinto pero estoy seguro que si hurgaba en los cajones la sacaba en dos patadas.
Julio Sosa encabezaba el repertorio del día de la fecha en un cassette color naranja, doy gracias que siempre me gustó el tango y que Don Julio es mi preferido, ya que sin querer, me encontré cantando por lo bajo mientras saboreaba la cerveza ajeno a toda la conversación que se desarrollaba en la mesa.
-         …Sooool de mi viiiidaaaa fui un fracasaouuu y en mi caiiiiida busque dejarte a un lauuu, por que te quise taaanto, taaanto ….. – de repente me di cuenta que los cuatro me miraban callados y que el Pampa había dejado el vaso en el mostrador.
-         Perdón … me colgué no se donde … - una carcajada rompió el silencio, uno de ellos se paró y comenzó a aplaudirme
-         El Pelado tenía razón, que pedazo de hijo de …. Así que el hijo de Lechuga también canta !!!! es todo un hallazgo!!!
Me tomó por sorpresa su comentario, a mi viejo le decían Lechuga y obviamente yo era “Lechuga chico”
-         Dale Gordo mové el traste y trae el álbum así desburramos al pibe!!  - No creo que te acordes de mi, pero cuando tenias 6 años me decías Tío, Tío Lucio, éste es Carlitos, aquel colorado es Santos y el de la cara de culo es el Gordo Mario.
Comenzó ojeando el álbum de fotos hasta que dio con una en la que mi viejo estaba en la mesa con otros cuatro y yo en su rodilla, con no mas de 3 años, el Tío Lucio hizo de vocero del grupo.
-         Está claro cual es tu viejo pero de los otros solo quedamos Santos y yo, tuvimos algunas incorporaciones para lograr siempre el numero impar, es la forma de opinar sin terminar a las trompadas jejeje. Tu viejo dejó de venir por que decía que no era lugar para un nene y como vos lo seguías a sol y sombra obvio que te eligió a vos, aunque en secreto cada tanto se escapaba a tomar un tintito con nosotros. Esto no es de todos los días ni siquiera tiene días fijos, solo estamos cuando queremos, cuando podemos y nos gustaría que Lechuguita ocupara el lugar del Pelado, por cierto, hoy festejamos su velorio, el nos pidió un brindis cuando no estuviera y nos dijo que ese día encontraríamos alguien para reemplazarlo, bueno… no lo vas a reemplazar nunca, pero es como si fuese una profecía y hay que cumplirla. Si te animas a soportar a cuatro viejos chotos pelearse por cualquier cosa, llegate, el Pampa siempre tiene cerveza fría y por ahí te enseñamos a tomar un buen tinto entre amigos, que decís ??
Después del monólogo y de semejante metida de pecho acerté a decir
-         Pero con una condición …
-         Ya cagamos – Dijo el Gordo Mario
-         Tranquilo, no se me enoje de una, lo mío es fácil, la próxima ronda la garpo yo o no me enganchan mas!. Melo se paró y con una gran sonrisa en los labios dijo:
-         Sos igualito que tu viejo, bienvenido a esta mesa, ahora ya estamos completos de nuevo, brindemos por el Pelado.
Los vasos chocaron y pase la tarde mas instructiva de toda mi vida, no eran bohemios, ni poetas, ninguno era sabiondo ni suicida, pero había tanto por aprender, tanto por crecer.

viernes, 15 de octubre de 2010

Bar "El Pampa"

El bar del Pampa era si se quiere un tugurio color sepia, con muebles desvencijados y un mostrador que bien podría haber venido en la carabela junto a Cristóbal Colón, anunciaba tener un pool, aunque ya nadie iba a jugar por la ficha como era costumbre, pero tenía algo que siempre me atrajo, un no se que, algo,  no puedo explicarles, pero internamente sabía que una parte de mi había ahi dentro, mi viejo solía decirme:
- Cuando tengas edad, te voy a llevar a tomar un tinto a lo del Pampa.
Para mi desgracia el viejo no llegó a cumplir su promesa.

Era medio día, el calor pegaba como cachetazo de madre y me agarró llegando del centro después de toda una mañana plagada de trámites, no sobreviviría para llegar a mi casa y poder calmar mi sed así que entré de una y sin pensarlo.
Un gringo enorme como ropero de abuela me miraba mientras limpiaba continuamente el mismo vaso todo el tiempo, llegar hasta el mostrador me pareció una eternidad, la mirada del gringo no bajaba ni un ápice y la de los otros que estaban en la única mesa ocupada, tampoco, el silencio fue instantáneo y eso me puso aún más nervioso.
- Buen diiiiia – dije tratando de ser cordial ; un sonido gutural salio de los labios del gringo, de apariencia tosca se asemejaba mas un carnicero que a un moso. Por lo bajo escuche a uno de la mesa que decía algo entre dientes, pero opte por no prenderme.
- Tendrá algo bien frío para calmar un poco este calor ?, el Gringo se encogió de hombros y mirando a los de la mesa , esperó la aprobación de los presentes. Casi de inmediato y como si me hubieran estado esperando uno me dijo:
- Pibe, tenés mas de 18 no ? – Era un hombre de unos 75 años muy arrugado,de piel roja como el vino que estaba tomando, me pareció una broma ya que mis almanaques se acercaban más a los 30 que a los 20.
- Si señor, hace ya varios años que dejé de tener 18.
- Vení, sentate te voy a contar algo; Pampa traele una rubia bien helada al muchacho, vamos a hacerle caso al Pelado que aunque no esté su frase cae justa “todo tiene una razón de ser”.
Dos palmadas en el hombro fueron mi pasaporte a la mesa, que bien podría haber sido “La mesa de los galanes” del bar El Cairo, si no fuera por que este bar estaba en mi barrio, a cuadras de mi casa y ninguno de los de la mesa se parecía a Fontanarrosa.
El gringo escurrió una sonrisa, abrió una cerveza la dejó sobre la mesa y sin decir una palabra volvió a su vaso, para seguir sacándole brillo.

martes, 12 de octubre de 2010

Camino al infierno.


Despertó totalmente mojada y teñida de rojo, una de sus piernas destruida a golpes y un corte profundo en su parietal derecho hacia de vertiente para el rojo río de sangre que teñía su cuerpo. Aturdida por el dolor y los golpes alcanzo a verle tirado sobre la cama durmiendo la borrachera de su noche de juerga, se levantó como pudo e instintivamente busco a su hija en la habitación contigua la encontró tirada al lado de la cómoda, su frágil cuello no había soportado el impacto, el odio se apoderó de su mente y su mente se apoderó de su cuerpo, levantó a la pequeña y la llevó hasta la cochera, recogió un bidón de combustible con el que impregnó toda la casa.
El dolor era insoportable, pero el odio era más, la imagen de su hija como un viejo muñeco desarticulado le nublaba la vista, le impedía pensar en otra cosa que no fuera terminar con la vida de aquel miserable de la peor manera posible.
Volvió a la cochera, sacó el viejo Chevy del 72 que él tanto cuidaba y le vació el último bidón de combustible en su interior, lo estacionó en el mismo frente de la casa incrustando su mano en la bocina despertó del sopor alcohólico al maldito asesino.
El motor rugía hambriento de sangre, por fin se asomó en la puerta con la escopeta en la mano, ella sonrió levemente, encendió un cigarrillo y puso primera acelerando a fondo, las cubiertas araban el suelo, saboreando el final  arrojó el encendedor sobre el asiento trasero, en un segundo el auto se convirtió en una bola de fuego que atropellaba todo a su paso. Alcanzó a ver la cara de terror de su victimario cuando la trompa del chevy se lo montaba arrastrándolo hacia el interior de la casa, una sola explosión culminó su viaje al mismísimo infierno.