Mi estadía en el Cairo había sido un desastre, viajé allí con la firme idea de profundizar en el estudio de la mitología Egipcia, pero me había gastado hasta el último peso y me había rodeado de malas juntas. Hacía días que no comía decentemente, deseperado por volver, recurrí a un personaje del bajo mundo apodado "el Gato", me habló de un trabajo “fácil”, aunque nada es fácil cuando jamás lo hiciste, nos juntamos en la pensión, me acercó el revolver y la dirección, el dato vino de su mujer que había trabajado en esa casa y se había hecho con una copia de las llaves necesarias.
El Gato dijo :
.- Es fácil, son dos viejitos que casi ni se mueven, con esta llave entras calladito, vas al comedor, detrás de la foto de los viejos esta la caja, acá hay otra llave que la abre, trae todo lo que tengan, no vas a tener problema, después nos juntamos en lo del Piri y arreglamos el tema de los pasajes para que te vuelvas tranquilito a tu casa.
Escuché atentamente aunque mi cabeza tenía miles de cosas sin resolver y el corazón parecía que se iba a escapar de mi pecho, cuando me quedé solo, la desesperación me estaba acribillando, me tumbe sobre el colchón con una botella de whisky barato, tomé casi con alevosía, tratando de relajarme y acallar mi conciencia.
Me quede dormido.
Cuando desperté era de noche, salí eyectado de la cama, agarre las cosas y sin pensar demasiado ya estaba entrando en la casa revolver en mano, hice como me dijeron , fui al comedor, desprendí el cuadro y abrí muy despacio la caja empotrada en la pared, no podía creer lo que estaba viendo, había solo una estatuilla de yeso con la imagen de Osiris, nada más, ni dinero, ni joyas, nada!
Un ruido detrás de mí me saco de mi estupor me di vuelta e instintivamente jale el gatillo, el pobre viejo cayo como una bolsa de papas y su mujer apenas caminando se tiró sobre él gritando y llorando, agarré la estatuilla y salí a toda carrera tratando de no pensar, de no mirar hacia atrás.
Un golpe seco me detuvo y caí metros mas adelante debido al impacto del coche en mi cintura.
Todo se puso negro.
Mis ojos se abrieron lentamente y me encontré sobre una barca ,detrás de mí estaba Maahaf quien recitaba mi nombre en la entrada de la Duat, entedí que este era mi final, frente mío estaba Osiris sopesando mi corazón ,no pude con la balanza y el veredicto fue rápido, la bestia se abrió paso y con sus fauces de cocodrilo engulló mi cuerpo entero.
Desperté, bañado en transpiración y whisky, salí eyectado de la cama, agarré las cosas y sin pensar demasiado ya estaba entrando en la comisaría para entregar el revolver, que según dije, había encontrado en la calle.
Sigo en el Cairo, trabajo en lo que puedo, pero ya no estoy tan lejos de los pasajes que me hagan volver a casa.